Ríos de tinta han corrido en estas semanas por el tema de la relación entre los católicos y los musulmanes. Muchas cosas se dijeron y otras se callaron desde los grandes medios de comunicación. Parece tan contradictorio: lo que aparentemente se produjo por una frase se arregló con una reunión entre el Papa y los representantes de los estados islámicos en el Vaticano. Y todo se arregló sin que el Papa pidiera disculpas por el contenido de su mensaje en Alemania: todo un signo de que fue algo inflado por los medios y aprovechado por los políticos de turno en distintos lugares del mundo.
De todo lo que leí, vi y escuché, quisiera reflexionar sobre un artículo que me hizo pensar bastante. Lo leí en un periódico digital español, pero pertenece a un sacerdote de esa misma naciona
lidad. Tiene el sugerente título en forma de pregunta: “¿por qué nunca vi rezar a mi padre? Su experiencia personal, era la de un “papá que era tan bueno, trabajador y honrado, extraordinariamente simpático y amigo de sus amigos”, pero que, sin embargo, nunca le dio el testimonio de su oración personal. Y el contraste que nos dan las imágenes del mundo árabe: son hombres a los que se les ve rezar, sin miedo ni escrúpulos, incluso en la calle. Lo mismo podemos decir de los judíos: ¿acaso no son a los varones que vemos junto al Muro de los Lamentos, con su libro en mano y sus rezos en sus labios?
Que contraste con la imagen de los cristianos en general, y de los católicos en particular. Pensemos un momento en la imagen de alguien católico rezando. Estoy seguro que en tu mente apareció una viejita rezando el rosario. ¿Es así? Toda una imagen que habla de nuestra cultura y de la manifestación de la fe. A los hombres los solemos ver, cada vez menos, leyendo las lecturas en la Misa o llevando en andas el Santo en la procesión.
La Providencia actúa de manera misteriosa en nuestra historia. Tal vez tantas imágenes de musulmanes rezando piadosamente sin avergonzarse o pensar que porque manifiestan públicamente su fe son menos hombres, tal vez tantas imágenes de musulmanes rezando han sido permitidas por Dios para que los hombres se pregunten por su relación con el Altísimo. Mas de uno que escucha estas palabras seguramente dirá: “Yo rezo, pero a mi manera...?” ¿Será así en verdad? Por lo pronto muchos hijos y nietos se están perdiendo la oportunidad de tener un testimonio de fe en las actitudes que no ven de parte de sus padres o abuelos. ¿Serán menos hombres porque den gracias a Dios antes sentarse a comer? ¿ Su virilidad se verá afectada porque reúne a los suyos para dar gracias por un acontecimiento feliz o para suplicar fortaleza en medio de las tormentas de la vida? Que el testimonio de los hombres musulmanes rezando interpele nuestras vidas.
De todo lo que leí, vi y escuché, quisiera reflexionar sobre un artículo que me hizo pensar bastante. Lo leí en un periódico digital español, pero pertenece a un sacerdote de esa misma naciona
lidad. Tiene el sugerente título en forma de pregunta: “¿por qué nunca vi rezar a mi padre? Su experiencia personal, era la de un “papá que era tan bueno, trabajador y honrado, extraordinariamente simpático y amigo de sus amigos”, pero que, sin embargo, nunca le dio el testimonio de su oración personal. Y el contraste que nos dan las imágenes del mundo árabe: son hombres a los que se les ve rezar, sin miedo ni escrúpulos, incluso en la calle. Lo mismo podemos decir de los judíos: ¿acaso no son a los varones que vemos junto al Muro de los Lamentos, con su libro en mano y sus rezos en sus labios?
Que contraste con la imagen de los cristianos en general, y de los católicos en particular. Pensemos un momento en la imagen de alguien católico rezando. Estoy seguro que en tu mente apareció una viejita rezando el rosario. ¿Es así? Toda una imagen que habla de nuestra cultura y de la manifestación de la fe. A los hombres los solemos ver, cada vez menos, leyendo las lecturas en la Misa o llevando en andas el Santo en la procesión.
La Providencia actúa de manera misteriosa en nuestra historia. Tal vez tantas imágenes de musulmanes rezando piadosamente sin avergonzarse o pensar que porque manifiestan públicamente su fe son menos hombres, tal vez tantas imágenes de musulmanes rezando han sido permitidas por Dios para que los hombres se pregunten por su relación con el Altísimo. Mas de uno que escucha estas palabras seguramente dirá: “Yo rezo, pero a mi manera...?” ¿Será así en verdad? Por lo pronto muchos hijos y nietos se están perdiendo la oportunidad de tener un testimonio de fe en las actitudes que no ven de parte de sus padres o abuelos. ¿Serán menos hombres porque den gracias a Dios antes sentarse a comer? ¿ Su virilidad se verá afectada porque reúne a los suyos para dar gracias por un acontecimiento feliz o para suplicar fortaleza en medio de las tormentas de la vida? Que el testimonio de los hombres musulmanes rezando interpele nuestras vidas.